“¿En qué me he convertido?” se
pregunta.
Se mira al espejo mientras
sostiene con sus dedos índice y pulgar el cuello del saco de la oficina. Inhala
el olor del perfume evaporado que se mezcla con la humedad de la ducha caliente
recién tomada, mientras el frío trasnochado de las mañanas de la ciudad
oscurece el cielo con sus nubes grises. Es viernes, usted tira todos sus
cabellos para atrás con la peinilla, mostrando su frente por primera vez en su
vida. Mientras, con cierta torpeza, termina de abotonarse la camisa frente al espejo, detalla
algo con una minuciosidad enfermiza, mira directamente su pupila y ve que algo
está irremediablemente roto. Se responde.
“¡En un hijueputa!”. Se marcha sin
mirar atrás, dejando reposar el saco en su antebrazo.