No
vote. Si, en serio, no vote. Mañana
serán unas nuevas elecciones ¿en un año repetiré lo mismo? ¿O tal vez en
5 años? A quien le importa, digamos que mañana serán unas nuevas elecciones.
Todos escogimos a este, no escogimos a este otro; ganó un candidato, una
bandera se subió en el asta de la gobernabilidad y menos de la mitad de la
población estará feliz, caminando en la calle, respirando un aire de cambio. Un
aire de cambio tan banal como el de un restaurante que cambia la res por el
cerdo, a fin de cuentas es carne, parece que nos gusta más pero el plato sigue
siendo el mismo. El mismo almuerzo de siete mil pesos que comemos atrapados en
una ciudad que parece no terminarse nunca, con los mismo problemas de hace 50
años, con las mismas guerras de siempre. Perdedores y ganadores de la
democracia, todos somos una mentira de satisfacción y creemos ser mejores que
otros. El pecho se nos va a reventar de alegría y todos somos políticamente
incorrectos cuando la irreverencia nos merece “que comunista piojoso”
“capitalista arrodillado” “que yankee” “que veneco”, que ya me cansé. Soy el
resultado de la inexistencia, de la inutilidad de creer que un pendejo podrá
cambiar la realidad “política”, como si fuera un cuento épico con un final
emocionante en el borde de una colina, donde los pueblos saludan a su héroe,
honrando la victoria. Todos juntos se abrazan, se unifican y las conciencias se
pierden en una sola, la del pueblo reinante en su tierra de oro. Todo eso es un
final. Y los finales solo existen en la ficción, o en la realidad convertida en
ficción, porque nuestro verdadero final termina con la muerte, el fin del
mundo. El único cambio existente está en nuestra vida, para que tome los rumbos
necesarios, caiga en los abismos que nosotros nos propongamos y nos perdamos en
los laberintos que nuestro individualismo erigirá para nuestro divertimento de
tragedias y comedias. Veo que el voto no es más que el papel higiénico para
limpiar el pajazo mental de la democracia. Que la gente, en medio de su
hedonismo e idolatría al ego, se sentirá muy bien cuando vote por el que
perdió, para que dentro de unos años digan “yo no soy el responsable de este
mierdero”, cuando en realidad nadie es el responsable de este mierdero. El
mierdero está ahí y a nosotros nos tocó arrastrarnos en el lodo, como puercos,
tratando de crear en nuestra mente un mundo mejor. No vote. Le robarán el voto,
lo cambiarán en la registraduría para probar que otra persona ganó. El voto es secreto, tan secreto que ni
siquiera usted sabe por quién votó al final. No vote, y que los intereses de
aquellos gobernantes se compliquen. Que nos saquen a todos a la fuerza, para
que a la dictadura se le caiga el maquillaje, y nos obliguen a eyacular votos a
la fuerza. No vote.
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